Me sorprendo a mí mismo pensando de nuevo en ella. Sonreía. Ella siempre me sonreía. Endulzaba mi mundo. Era como estar rodeado de un mullido acolchado: Todo se volvía irreal, como proveniente de un lejano recuerdo. Nada podía dañarme. No mientras ella iluminara mi camino. Era todo lo que necesitaba. Mi insustituible panacea.
Por eso, ahora estoy vacío. Todo me sabe a sangre y ceniza. Cada suspiro arranca un trozo más de mi memoria, por lo que una negra laguna va apoderándose de lo que supongo debió ser mi pasado. Todo excepto ella, que sigue nítida y resplandeciente. Sonriéndome, como si todo aquello no fuera con ella. Cada dulce recuerdo con ella. Me consume cada oportunidad desaprovechada. Cada acción inapropiada. Cada parpadeo que me impedía mirarla. Cada una de mis palabras que hacían enmudecer las suyas. Me doy cuenta de lo feliz que podría haber sido… y no soy.
Pero ella sigue sonriendo. Siempre sonríe. Y cada una de sus sonrisas apaga una de las mías. No recuerdo la última vez que sonreí. Ni siquiera recuerdo la última vez que no me sentí profundamente desdichado. Tal vez desde el preciso instante en que mi mundo perdió sus mil colores. Por dicha o desgracia, ese fue el primer recuerdo que las aguas del olvido engulló. No lo recuerdo. ¿Fue culpa mía? Creo que prefiero no saberlo. ¿Fue culpa suya? Creo que prefiero no saberlo. Si fue culpa mía, borré brutalmente su sonrisa. Perdería lo último que define mi vida. Si por el contrario fue culpa suya, esas sonrisas no hacían más que envenenarme. Y lo último que me mantiene en pie sería una mentira.
Tal vez penséis que habría sido mejor no haberla conocido nunca. No haberla sentido. No haber aceptado lo que ella me daba de buen grado. Mil vidas viviría y ni una sola de ellas la rechazaría. Era mi destino. Su sonrisa me lo confirma. Mi única función era estar a su lado. Completarla y dejar que me completara. Esa sensación no puede ser alterada. Ni el olvido podrá arrebatármela. El haber formado parte de algo superior a mí mismo.
Por ello, me esfuerzo por no pensar en ella. Por no ensombrecer mi gris presente con mi luminoso pasado. Por ir arrancando de mí, pedazo a pedazo, todo lo que un día fui. Para así poder ser fiel a su recuerdo. Y es que yo ahora soy el guardián de su pasado. Y todo lo que no sea ella, sobra dentro de mí. Mi único deber como buen protector es proteger. Protegerlo de mi mismo, que me desespero reviviéndolo, y deseo con toda mi alma destruirlo y empezar una nueva vida. Tener un futuro aún más brillante, que proyecte sombras incluso en mi mutilado pasado. Es un sueño recóndito, que algún día se ahogará en la negrura, sin haber sido escuchado. ..
Un nuevo suspiro se lleva flotando un frío día de otoño. Me concedo un pequeño capricho, y cierro los ojos, para ver nítida su sonrisa.
Abro los ojos, dispuesto a ver mi mundo monocromático.
En su lugar, veo una sonrisa. No un recuerdo residual de ella. Una de verdad. Dibujada en un rostro. Alzo levemente la vista, tímido. Y me sorprendo al encontrar un par de ojos.
Esta vez lo haré mejor. No fallaré. Y así no tendré que recordar nunca más aquella sonrisa. Y si lo hago, será en un sombrío monocroma.
domingo, 30 de enero de 2011
viernes, 28 de enero de 2011
Ayer te vi...y sentí...
Ayer te vi, y sentí que mi vida ya no existe. Sin vos me siento solo, huerfano. vivo solo por el mundo, ya no soy aquel de tu lado, de hace tiempo fui yo aquel que te enamoro.
Si una llamada tuya recibiera , te juro que todo seria diferente, estoy logrando convertirme en un tempano, paso mucho tiempo de todo, antes, de que lo hiciera mal, pero errar es de humanos y rectificar de sabios. Al volver a verte y volver a sentir todo otra vez, me sirvió para ver que nunca lo dejé de sentir hasta tal punto que creo que no he querido a otra persona en mi vida. Fuiste mi profesora en todo, en amar en preocuparse, a depender, a ser feliz, a sentir, a disfrutar y desgraciadamente al desamor, a la desilusión a digamos odiarte por no darte cuenta de que ahora era el momento de disfrutar, era el momento de ser felices de nuevo.
Se que volví tarde y encontraste a otro, solo tengo pocas preguntas al respecto: ¿ de verdad sos feliz? ¿de verdad lo querés? ¿de aca a diez años te ves con el y sos feliz?... .Son preguntas las cuales jamas tendré respuesta solo puedo imaginarlo.
Como diría una canción: hay amores sinceros, hay amores que son embusteros, hay amor que dice te amo, y otros te quiero, los hay que siempre y los hay por un rato, hay amores como el nuestro que vencen el contrato.
La vida me enseño que esta es un rompecabezas, solo que el nuestro le faltan algunas piezas, siento que cupido es mi enemigo, que me odia porque me lanzó una flecha con tu nombre y a vos otro nombre. Ahora mismo soy un soldado desarmado, sin misión aparente en medio de un tiroteo.
Solo puedo decirte dos cosas. la primera darte las gracias por enseñarme loque es el amor verdadero en todas sus etapas; y que fuiste, sos , y serás el amor de mi vida, nunca querré a nadie como a vos.
En mi vida sos irremplazable.
TE AMO.
jueves, 27 de enero de 2011
esto va dedicado!
a todas esas personas que dia a dia estan a mi lado, muchas gracias, se que soy una carga mas que un regalo pero lo intento jejeje.
esta entrada va por una promesa, que por gracia o desgracia he pasado unos malos momentos y si no llega a ser por estas personas, a saber que pasaba... . Bueno al grano esto va por vos loca!!
recomiendo antes de empezar poner esta musica:
Nos conocimos de forma accidental, ya que compartimos alguna que otra clase, todo gracias al trabajo de aquel profesor que solo dedicaba a poner peliculas, pero como nadie sabia, tenia que ir a poner el proyector y demas ( Todo esto sin estar matriculado en su clase) como te llamaran algunos happy girl, ya qu eestas todo el dia riendote y alegrando el dia a los demas, aunque el tuyo no sea del todo bueno. y asi empezamos a hablar hasta que un dia que te quedabas sola nos pediste que no nos fueramos y pasaramos media mañana juntos si si, el trio calavera, jajaja eso si aun con el miedo de que la mafia nos partiera las piernas, nos quedamos ( que decicion la nuestra) aunque nos diste por saco con Mentirosa, o musica maquina esa media mañana lo pase muy bien, ya que no paramos de reir.
paso un tiempo muy corto y los dos pasamos algun que otro bache, pero ahi estabas vos o estaba yo para hacernos reir a los dos, vos con tus locuras yo con mis rayadas, pero ahi estabamos los dos, hablando de tonterias, sin parar de reir, haciendo que las movidas que teniamos dejaran de ser movidas para ser carcajadas, que de tanto reir nos doliera la barriga. Sos mi compañera de horas muertas en el instituto o de horas innecesarias (llamese rico o demas xD).
Y aca estoy escribiendo nuestra "pequeña historia de como nos conocimos" y como en tan poco tiempo somos amigos y hoy por hoy tu opinion vale mucho en mi vida. espero que te vaya todo bien, que siempre me tendras ahi, estare para lo qu enecesites, tanto bueno, muy bueno, regular, malo o muy malo, siempre vas a tener que aguantarme porque una vez entro, no salgo jamas! que aunque estes loca, muy loca, voy a estar ahi para hacerte reir. Muchas gracias por aparecer en mi vida y ser mi amiga!
miércoles, 19 de enero de 2011
Esperanza
[Antes de nada: No es un relato de amor. Me gustaría que tuvierais eso en mente al leerlo]
Estoy embelesado. En realidad, siempre lo he estado, solo que aún lo sabía. La veo en todas partes. Su forma se desdibuja en cada nube, en cada sombra, en cada figura que se me aproxima con ojos indiferentes.
Veo por doquier pequeñas chispas de calidez. Siento que algunas me rozan, haciéndome tiritar cuando se extinguen. Y sé que son suyas. Es ella la que me las trae. Sólo para mí. Sé que ella es mía, no puede ser de otra manera. Cualquier otra alternativa es inconcebible. Otros dicen poseerla o haberla poseído. Eso me enfurece. Me enfurezco con ellos, por sus desesperadas mentiras. Y me enfado conmigo. Siempre estoy enfadado conmigo. Pero no puedo enfadarme con ella. Y es que ella es mi mundo y mi futuro. Sé que ella velará por mi bien. Si no fuera por ella, no vería nada. Solo quedaría azar y desolación. Por ello debo conservarla. Debo hacer lo que sea por ella, incluso cosas innombrables. Pero sé que son por una buena causa. Todo lo hago por ella. Todos saben de su generosidad y sabiduría.
Veo su mano fugazmente, se despide. Se me encoge el corazón. Otras veces lo ha hecho. Se despide y finge irse. Entonces, la desesperación me invade y me rompo en pequeños trocitos. Pero siempre sale de su eficaz escondite para recomponerme. Es una dura labor, pero no se ha quejado. Nunca. Siento que esta vez es diferente. Todas las otras veces he sentido que es diferente, pero esta vez, seguro que lo es. No va a volver. Me giro para ver como mi sombra se relame: Voy a ser suyo de nuevo. Algo trepa por mi espalda. Nada bueno trepa por las espaldas. Pero no hago nada. Ya no está mi protectora para velarme.
Algo sale por el cuello de mi camisa. Es un reluciente reloj, que con sus delicadas patas se encarama a mi cabeza, colocándose cómodamente donde ella solía posar su mano para consolarme. El frío contacto del metal me desorienta al principio, pero lentamente se va calentando al contacto con mi piel. Esta vez no me he roto, apenas unas finas grietas. No se diferencian en nada de los estragos de la edad. El reloj en mi cabeza me susurra palabras de ánimo. Nada que se pueda transcribir. Nada tangible. Pero cumplen su cometido, me animan.
Me he encontrado otra figura. Apenas perfilada. Pero me ha asegurado que ella era suya. He sentido lástima. Lástima por él. Lástima por mí. Y lástima por ella. Le he asegurado que había sido mía. No me ha creído. Ha salido corriendo creyendo haberla visto en el destello de unos ojos.
Me la he encontrado. Me mira fijamente. Sigue igual, tal vez incluso más hermosa, más cautivadora, más deseable. Ella es todo lo que siempre he querido. La miro y me sonríe. Su sonrisa me hace sonreír. Las grietas de mi piel se van soldando. Mi rostro se va desdibujando. El reloj de mi cabeza se aparte diligentemente cuando ella quiere posar de nuevo su mano en mi cabeza. Vuelve reptando a mi espalda, a la espera de volver a ser necesitado. Pero sé que mientras ella esté conmigo, todo lo demás es innecesario.
Me ha parecido verla, pero no era ella. Era la figura. Pero esta agrietada. Encima de su cabeza, en un precario equilibrio, se mantenía una botella de cristal, con un contenido oscuro. Le he dicho que ella volvía a ser mía. Me ha mirado con lástima. No entiende nada. Solo es otro triste personaje de la interminable lista.
He salido corriendo, la he visto en el destello de unos ojos.
Estoy embelesado. En realidad, siempre lo he estado, solo que aún lo sabía. La veo en todas partes. Su forma se desdibuja en cada nube, en cada sombra, en cada figura que se me aproxima con ojos indiferentes.
Veo por doquier pequeñas chispas de calidez. Siento que algunas me rozan, haciéndome tiritar cuando se extinguen. Y sé que son suyas. Es ella la que me las trae. Sólo para mí. Sé que ella es mía, no puede ser de otra manera. Cualquier otra alternativa es inconcebible. Otros dicen poseerla o haberla poseído. Eso me enfurece. Me enfurezco con ellos, por sus desesperadas mentiras. Y me enfado conmigo. Siempre estoy enfadado conmigo. Pero no puedo enfadarme con ella. Y es que ella es mi mundo y mi futuro. Sé que ella velará por mi bien. Si no fuera por ella, no vería nada. Solo quedaría azar y desolación. Por ello debo conservarla. Debo hacer lo que sea por ella, incluso cosas innombrables. Pero sé que son por una buena causa. Todo lo hago por ella. Todos saben de su generosidad y sabiduría.
Veo su mano fugazmente, se despide. Se me encoge el corazón. Otras veces lo ha hecho. Se despide y finge irse. Entonces, la desesperación me invade y me rompo en pequeños trocitos. Pero siempre sale de su eficaz escondite para recomponerme. Es una dura labor, pero no se ha quejado. Nunca. Siento que esta vez es diferente. Todas las otras veces he sentido que es diferente, pero esta vez, seguro que lo es. No va a volver. Me giro para ver como mi sombra se relame: Voy a ser suyo de nuevo. Algo trepa por mi espalda. Nada bueno trepa por las espaldas. Pero no hago nada. Ya no está mi protectora para velarme.
Algo sale por el cuello de mi camisa. Es un reluciente reloj, que con sus delicadas patas se encarama a mi cabeza, colocándose cómodamente donde ella solía posar su mano para consolarme. El frío contacto del metal me desorienta al principio, pero lentamente se va calentando al contacto con mi piel. Esta vez no me he roto, apenas unas finas grietas. No se diferencian en nada de los estragos de la edad. El reloj en mi cabeza me susurra palabras de ánimo. Nada que se pueda transcribir. Nada tangible. Pero cumplen su cometido, me animan.
Me he encontrado otra figura. Apenas perfilada. Pero me ha asegurado que ella era suya. He sentido lástima. Lástima por él. Lástima por mí. Y lástima por ella. Le he asegurado que había sido mía. No me ha creído. Ha salido corriendo creyendo haberla visto en el destello de unos ojos.
Me la he encontrado. Me mira fijamente. Sigue igual, tal vez incluso más hermosa, más cautivadora, más deseable. Ella es todo lo que siempre he querido. La miro y me sonríe. Su sonrisa me hace sonreír. Las grietas de mi piel se van soldando. Mi rostro se va desdibujando. El reloj de mi cabeza se aparte diligentemente cuando ella quiere posar de nuevo su mano en mi cabeza. Vuelve reptando a mi espalda, a la espera de volver a ser necesitado. Pero sé que mientras ella esté conmigo, todo lo demás es innecesario.
Me ha parecido verla, pero no era ella. Era la figura. Pero esta agrietada. Encima de su cabeza, en un precario equilibrio, se mantenía una botella de cristal, con un contenido oscuro. Le he dicho que ella volvía a ser mía. Me ha mirado con lástima. No entiende nada. Solo es otro triste personaje de la interminable lista.
He salido corriendo, la he visto en el destello de unos ojos.
lunes, 3 de enero de 2011
Calles infinitas
Tuerzo de nuevo a la derecha, mientras contemplo distraído la sucesión infinita de pintadas en los enormes lienzos que en otra época se llamaron paredes. Algunas son simples nombres, como si adheriéndolos al inmortal edificio se estableciera algún tipo de unión entre autor y obra, que le ayudara a ser preservado del tiempo. Tal vez así fuera.
De nuevo, llego al final de la calle y tuerzo a la derecha, sin pensarlo. Cualquier otra dirección supone demasiado esfuerzo. Y yo siempre estoy agotado. El peso que cargo sobre mis hombros, el peso del mundo, no está nivelado. Demasiado peso en único lado. Incluso avanzar en línea recta me supone un considerable esfuerzo. Ojalá encontrara en mi camino un lugar donde poder descansar. Dejar por unos instantes el mundo a un lado y poder sentir mi cuerpo ligero. Pero no lo hay. Por más que busque, lo único que veo son pintadas y más transeúntes, también portando sus cargas. Unas son más pesadas que la mía, otras menos. Algunos tropiezan y son aplastados, bien por su mundo, bien por el resto de transeúntes. Otros la abandonan allí mismo, y huyen lo más lejos que pueden.
Vuelvo a torcer a la derecha, sintiendo un sincero alivio cuando, sólo con dejarme llevar, el contrapeso me condujo a mi camino. Son los únicos momentos de placer de los que dispongo. Apenas fracciones de segundo, pero los espero con ansia. De vez en cuando, oigo a transeúntes afirmar que a la vuelta de la esquina, hay un lugar donde descansar. A pesar de que se que no es verdad, no puedo evitar sentirme ilusionado. Hay una protesta unánime cuando los mundos crecen un poquito más. Sólo un poquito. Pero lo suficiente para que nos encorváramos un poco más.
Tuerzo de nuevo a la derecha, mientras contemplo distraído la sucesión infinita de pintadas en los enormes lienzos que en otra época se llamaron paredes. Algunas son simples nombres, como si adheriéndolos al inmortal edificio se estableciera algún tipo de unión entre autor y obra, que le ayudara a ser preservado del tiempo. Tal vez así fuera.
De nuevo, llego al final de la calle y tuerzo a la derecha, sin pensarlo. Cualquier otra dirección supone demasiado esfuerzo. Y yo siempre estoy agotado.
De nuevo, llego al final de la calle y tuerzo a la derecha, sin pensarlo. Cualquier otra dirección supone demasiado esfuerzo. Y yo siempre estoy agotado. El peso que cargo sobre mis hombros, el peso del mundo, no está nivelado. Demasiado peso en único lado. Incluso avanzar en línea recta me supone un considerable esfuerzo. Ojalá encontrara en mi camino un lugar donde poder descansar. Dejar por unos instantes el mundo a un lado y poder sentir mi cuerpo ligero. Pero no lo hay. Por más que busque, lo único que veo son pintadas y más transeúntes, también portando sus cargas. Unas son más pesadas que la mía, otras menos. Algunos tropiezan y son aplastados, bien por su mundo, bien por el resto de transeúntes. Otros la abandonan allí mismo, y huyen lo más lejos que pueden.
Vuelvo a torcer a la derecha, sintiendo un sincero alivio cuando, sólo con dejarme llevar, el contrapeso me condujo a mi camino. Son los únicos momentos de placer de los que dispongo. Apenas fracciones de segundo, pero los espero con ansia. De vez en cuando, oigo a transeúntes afirmar que a la vuelta de la esquina, hay un lugar donde descansar. A pesar de que se que no es verdad, no puedo evitar sentirme ilusionado. Hay una protesta unánime cuando los mundos crecen un poquito más. Sólo un poquito. Pero lo suficiente para que nos encorváramos un poco más.
Tuerzo de nuevo a la derecha, mientras contemplo distraído la sucesión infinita de pintadas en los enormes lienzos que en otra época se llamaron paredes. Algunas son simples nombres, como si adheriéndolos al inmortal edificio se estableciera algún tipo de unión entre autor y obra, que le ayudara a ser preservado del tiempo. Tal vez así fuera.
De nuevo, llego al final de la calle y tuerzo a la derecha, sin pensarlo. Cualquier otra dirección supone demasiado esfuerzo. Y yo siempre estoy agotado.
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