Su vida, desde luego, no era corriente. Siempre que se sentía triste, o le parecía que nada tenía sentido, no tenía más que mirar a su alrededor, y contemplar el fascinante espectáculo que en su entorno acontecía: el circo.
El circo es un lugar especial. Es ajeno a todo lo que le envuelve, como si flotara sobre la realidad, sin tocarla, sin mancharse con ella. Por eso, tantos acudían allí a dejar atrás su realidad, con la esperanza de que aquel pequeño mundo pudiera cargarlos de energías para un nuevo día. A veces lo lograban.
No tenía más que tener ese pensamiento en mente para recuperar su ánimo. Era el pez que se mordía la cola, ya que gracias a su buen humor animaba a los otros. A muchos otros. Se sentía especialmente orgulloso cada vez que conseguía arrancarle una sonrisa a aquellos que venían sin intención de sonreír, aquellos que solo acompañaban a alguien o que en el último momento se les había torcido algo. Eran sus pequeños triunfos, y los saboreaba con gozo.
Y la pequeña isla se pone en marcha, hay muchos otros lugares a los que debe ir, muchas otras sonrisas que arrancar, carcajadas que hacer sonar y aplausos que ganar. Pronto volverá a asentarse, solo para volver a ponerse en marcha.
Una vida extraña, desde luego.
Hay días que siente curiosidad por saber cómo es una vida normal allá abajo, en el mundo corriente. Un mundo necesariamente gris. Siente un escalofrío sólo de pensar en estar inmerso en él. No, desde luego, su mundo está ahí arriba. Es lo que mejor sabe hacer, y, aunque su naturaleza le reclame en su hábitat, se aferra con fuerza al circo.
Pero hoy, algo ha cambiado. Hombres del mundo gris han aparecido por todas partes. Y estos no han dejado su realidad atrás, como todos los otros. No, su objetivo es bien distinto. Quieren arrebatarnos nuestro poder. Desde luego, deberíamos luchar, pero nuestro poder es limitado.
Uno de ellos se acerca a mí y me mira con lástima, como si yo fuera un prisionero y no un captor. Siento rabia. No hay nada peor que la compasión cuando no te sientes desgraciado. Trato de explicarle lo feliz que me siento en este lugar, pero no me escucha.
Es el fin.
Es mi fin.
Se acabó el circo para mí.
Me devuelven a mi mundo.
¿Qué haré a partir de ahora?
Bueno, supongo que hay muchas cosas que un mono puede hacer si se lo propone… Sobre todo a un mono del circo.
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