Centrémonos en el momento. Lo que pasó antes o está aún por suceder carece por completo de importancia, pues estamos todos anclados en el “ahora”. Ante mí se alza una pesada puerta de madera, se nota en ella el paso del tiempo, pero aguanta irreductible. No sé que hay al otro lado, ni como la he alcanzado desde este, pero es una puerta y con ellas solo una acción tiene sentido. Así que avanzo con aplomo y la empujo; necesito hacer bastante fuerza para moverla, no está bien engrasada y chirría, molesta, porque han perturbado su paz; mis disculpas de poco le sirven, al fin y al cabo es una puerta.
Estoy en el otro lado. No llega a ser estimulante, pero tampoco me siento decepcionado; se respira fría indiferencia. Vuelvo la mirada a la puerta; esta vez no puedo evitar enarcar una ceja, pues lleva un pequeño cartel plastificado en el que pone “Prohibido su uso excepto para el personal del centro”. Escudriño a mí alrededor, en busca de alguna muestra de la autoridad competente: nada; mi crimen quedaría impune. Después de unos segundos de vacilación, decido no hacerlo. Tal vez sea mejor así, nunca se sabe.
Vago por el otro lado, buscando algo indeterminado. En su lugar, encuentro un enorme mapa con todo lujo de detalle. Un distintivo punto rojo marca mi posición junto con un cartelito de “Usted está aquí (*)”. Busco en los bordes del mapa el significado del asterisco, pero no aparece. Contrariado, continúo mi viaje. Como arrastrado por la marea, llego a la Bifurcación. En ella, la Rana Negra espera con visible impaciencia.
-¡Ya era hora!- exclama al verme- Si hubieras tardado un siglo más, habría ido a buscarte personalmente.
Por supuesto, aquello no era verdad, la rana nunca pierde la paciencia, pues nunca la ha tenido. Y que esté allí significa que se requieren de mis habilidades.
-Tengo que pedirte un favor- dice- uno enorme.
Recuerdo la única vez que me encontré con la Rana Negra; entonces ambos estábamos Abajo. Conectamos enseguida, por extraño que parezca. Mis recuerdos de Abajo están algo diluidos, así que no acabo de encuadrar el momento exacto, pero le debo exactamente “un favor enorme”. Así que acepto sin dudarlo.
-Me han encomendado escribir el asterisco del Mapa de Ubicación, pero no tengo ni idea de que debería poner- confiesa- ¿Tú que pondrías?
Reflexiono. La Rana aguarda sin paciencia, susurrando “es para hoy” y “me van a salir telarañas de tanto esperar”. Tras un par de horas, asiento, satisfecho.
-Deberías poner que la frase “Usted está aquí” es incorrecta, lo que está ahí es la representación de quien esté consultando el mapa en la representación del lugar en que se encuentra, pero que no es más que una frase orientativa, por lo que no se le debe dar importancia.
La Rana medita unos instantes.
-¿Entonces que pongo?-pregunta, vacilante.
-Pon “más o menos”- le digo con determinación.
Se le ilumina la cara, libre ya de sus pesares y se aleja por donde yo he venido.
La Bifurcación tiene tantos caminos que resulta inútil emplear método alguno para seguir la dirección deseada. Por suerte, soy inmune a su poder, tanto me da un camino que otro. Así que voy dirección ninguna parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario