jueves, 5 de enero de 2017

Microrrelatos III

Participé durante unas semanas en un concurso de microrrelatos que echaban por la radio. Aquí los tenéis.

Sé fuerte

Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado veía el orgullo en sus ojos. Los días especialmente malos ella siempre me abrazaba cariñosamente y me aseguraba que hacía lo correcto, que debía ser fuerte. Me pedía que, por mucho que mis compañeros me presionaran, me mantuviese firme en mi decisión. Me susurraba que, aunque de todos modos la gente pensara que era corrupto, yo no debía ceder.
Yo siempre asentía, callado, tratando de atesorar aquellos maravillosos momentos que tanto necesitaba, alejado de todas aquellas asfixiantes miradas de reproche. Saber que ella creía en mí me daba fuerzas: si podía engañar a mi madre, podía engañar a cualquiera.

Escudo de letras

Serán solo cien palabras las que escriba hoy. En esas cien palabras ella hablará de su día: de la vecina que ha encontrado al salir a comprar, del precioso vestido que ha visto en un escaparate y de otras banalidades. Cuando acabe, deslizará el diario tras el radiador averiado en el que siempre lo “esconde”. Él lo encontrará, pero si hay demasiado escrito se abrumará y no lo leerá. Si hay demasiado poco, pensará que oculta algo. Y ella necesita que él siga confiando en el diario. Pensar que la controla es lo único que aplaca sus celos. Ya casi no le quedan marcas.


Cuando acabe la noche

Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase “lavavajillas”, “espumadera” o “colesterol”... o cualquier otra cosa, lo que fuera. Normalmente la salida del sol marca el fin de las pesadillas y tengo la esperanza que será entonces cuando parpadeará, me mirará y dejará de ser un frío cadáver sobre mi cama.


Sin palabras

Las palabras que ha aprendido por la noche las repite entre dientes por la mañana obsesivamente, decidido a no olvidarlas. No aprende para aprobar un examen o para impresionar a nadie, lo hace para sí mismo. Ahora es incapaz de expresar con palabras todo el horror que sintió cuando vio aquellas chanclas con calcetines, así que aprende vocabulario con la vana esperanza de ser capaz algún día.
 

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