lunes, 28 de febrero de 2011

Miedo

//Sed indulgentes, es la primera vez que escribo un relato de terror…//

El gélido contacto de las sábanas me eriza el vello. Hay días que esto lo encuentro estimulante, pero hoy no. Hoy, no es un contacto refrescante. Es como si la cama me estuviera robando el calor de mi cuerpo, consumiéndome lentamente. Trato de no pensar en ello, me impide dormir.

Pero es tarde, estoy desvelado. Así que abro los ojos, rendido a la vigilia. Al principio, oscuridad y nada más, pero mis ojos van aclimatándose a la penumbra. Una lámpara apagada, una ventana, un cuadro… Figuras van tomando forma lentamente. Gracias a ello, me doy cuenta de que el armario está abierto. ¿Lo había dejado abierto? No lo recuerdo. Me recorre un escalofrío. Cientos de imágenes recorren mi mente. Ninguna de ellas es agradable. El miedo tiene una facilidad inmensa para superar todas tus defensas mentales y apoderarse de ti.


Respiro hondo, sin dejar de mirar al armario. Pero, inexplicablemente, el sueño empieza a vencerme. Un terror irracional me advierte que, en caso de que me duerma, no volveré a abrir los ojos. Cada vez me cuesta más enfocar la vista en el armario. Por fin, los ojos se me cierran.

Al segundo, oigo un ruido seco, como si algo metálico y afilado estuviera rozando contra madera. Abro los ojos, sobresaltado. La puerta del armario está completamente abierta. Desde dentro, un par de ojos me miran. Me quedo mirándolos, sin comprender. Pero no hay duda. Algo se esconde ahí dentro. Me sonríe. No puedo ver su sonrisa, pero sus ojos me lo dicen.

“Duerme”. “Duerme”. “Duerme”. “Duerme”.

Y, como siguiendo la silenciosa orden que transmite la cosa del armario, mis párpados empiezan a ceder. No puedo luchar contra ello… Y cierro los ojos. Oigo mil pasos que se acercan hacia mí. En todas direcciones. Con un tremendo esfuerzo, abro los ojos mientras me incorporo en la cama, jadeando. Miro a mí alrededor, pero no hay nada. En el armario, ya no hay nada mirándome. La presión es insoportable. Me levanto y enciendo la luz, invadido por una poderosa ira. Miro dentro del armario, pero allí no encuentro nada. En cada rincón, detrás de cada estantería, incluso debajo de la cama. Pero nada. Cierro el armario, para asegurarme. Esto me tranquiliza. Así que me acuesto de nuevo, y apago la luz. El mundo de las tinieblas vuelve a gobernarlo todo. Mi vista, atrofiada, por la luz, me deja ciego. Oigo pasos a mí alrededor, y algo hace ondear mi sábana.

Permanezco inmóvil, paralizado. Los ojos se me llenan de lágrimas.

“Duerme”.

Esta vez, suena pegado a mi oído. Doy un grito, y empiezo a dar manotazos a mí alrededor. Me levanto, jadeante, y enciendo la luz.

El armario está de nuevo abierto. Me quedo contemplándolo, en silencio. Me siento al borde de la cama.

Apago la luz.

Y duermo.

miércoles, 23 de febrero de 2011

reflexionando...

Si amigos la vida es una mierda, una basura sin limite alguno, cada cosa que hagas, tendrá su parte de mierda, de basura, de tristeza. Puede que veamos que estamos felices en un momento en concreto, pero tranquilo, pronto se irá y volverás a sentir la oscuridad.

Para que mentir, si amigo, así es la vida, dirás ohh dios mio que positivo! Si hasta vomitaré arco iris de leer estas palabras... . Pero así es la vida. Se podría decir que la infancia donde todo lo vemos muy bien , donde nuestra preocupación mas grande era si llovía esa tarde para salir a jugar un rato con los amigos, donde nuestros padres se esforzaban y se esfuerzan día a día para que no nos falte de nada, intentando quitarnos de el medio, o si nos vamos a dar contra la pared, ponen algo acolchado para que el golpe no sea tan duro, así empezamos a crecer.

Pero crecemos nos damos cuenta de que tenemos mas responsabilidades que mirar por la ventana a ver si llueve, algunos con mas suerte, pues o maduran antes, o no tienen la necesidad de madurar, porque cada persona es un mundo, y cada mundo una vida aparte. Cada uno vive su vida lo mejor que puede y quiere. No hay nada mejor en esta vida que saber a ser auto suficiente, a ganarte por vos mismo tus premios, eso si también te comes con patatas las cosas negativas vos solo. A valerte por vos mismo, no hay sentimiento mejor que sentirse realizado y lo que hiciste y ganaste fue por vos mismo, pero, y si este sentimiento es engañoso? O si no tienes oportunidad para poder valerte, o si la situación te supera? .Debemos de entender que a esta vida venimos y nos vamos solos, vale, eso lo sabemos, pero nadie dijo nada del trayecto. Es este el camino donde debemos esforzarnos todo lo que podamos, ya que no tenemos segundas oportunidades, no hay vuelta atrás , todo lo que hagas, o dejes de hacer se quedara tal y como esta. A eso se llama vivir.

No podes estancarte en un momento de tu vida, ya que dejas de vivir muchas sensaciones, sentimientos, vivencias, que jamas volverás a sentir, solo algunos con mucha mucha “suerte” pueden encontrar en su momento un segundo tren. Dicen que en la adolescencia, es cuando mas vitalidad tenemos, mas ganas de comerte el mundo, de demostrar que vales, este sentimiento o “creencia” es la que tenes que guardar en tu interior el resto de tu vida, ya que nunca es tarde para actuar, nunca dejes de hacer nada, nunca te canses, nunca digas basta, solo tenes que acordarte de como te sentías con 18 años, con ganas de todo. Y así podrás seguir adelante.

Si este truco para poder seguir adelante, no funciona, como dicen, la familia no se elije, pero los amigos si, espero que hayas elegido bien a tus “acompañantes” en tu día d día de tu vida, acá, es mas o menos donde quería ir con esta entrada, ya que eme considero muy afortunado de tener a los amig@s que tengo, ya que pese a todo lo malo que pude vivir en mi corta edad, se que no puede pasar un día, sin hablar con mis amigos, porque sin ellos, mi vida vuelve a ser oscura, fría y muy muy intranquila.

Porque soy muy impaciente, porque a ratos soy muy imbécil, porque soy impulsivo, porque tengo mil millones de defectos y pocas virtudes, y necesito que estén a mi lado, porque si se fueran de mi vida, estas pocas personas, mi vida, no sabría como llevarla. Porque puedo parecer un pasota, un prepotente, un niñato a veces, y muy fuerte, pero necesito de los pilares de mis amigos para poder estar de pie día a día. Porque se que necesito que algunas tardes cierta persona me grite, o me diga las cosas a la cara tal y como soy, y que me haga reaccionar, y ver que se preocupa por mi, aunque se que soy una pequeña “molestia” en la vida de mis amigos, porque aguantarme no es fácil. Porque muchas veces necesito que me hagan reír a mi, o porque necesito que me digan imbécil reacciona a la cara, porque no veo la salida.


Porque si, he elegido bien a mis amistades, y por todo esto quiero darles las gracias a todos mis amigos, pero estos agradecimientos, en realidad, se sabe para quienes son, porque sin estas personas, no soy capaz de levantarme cada mañana de mi cama. Gracias por estar ahí, gracias por aguantarme y gracias por hacerme feliz en los días de lluvia, porque sin la arenita del mar, no seria una playa de verdad.

lunes, 21 de febrero de 2011

Despertador

Contemplo con orgullo mi reino. Mi fortaleza en la bruma. Mi castillo onírico. Mi bastión inexpugnable. Soy dueño y señor de todo cuanto veo. A un gesto de mi mano, se baja una pasarela, por la que entran preciados suministros. A una leve inclinación de cabeza, se preparan las huestes para defender el castillo. Basta un leve suspiro para tener a mí alrededor todo cuanto puedo desear. Incluso aquello en lo que mi mente aún no había pensado.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro. Los primeros invasores están llegando.
Desde luego, no me preocupa. Cuento con mi propio ejército, invencible, incansable, imparable. Una primera oleada de enormes cuervos choca con mis valerosos guardianes. Uno tras otro, todos son repelidos. Hay gritos de júbilo entre mis tropas.

Y llega un periodo de tranquilidad. Paz. De nuevo, el simple disfrute del momento. Por extraño que parezca, luego son estos apacibles momentos los que se desdibujan en mi mente, y las cruentas batallas las que prevalecen. Lo he aceptado como inevitable, ¿para qué luchar contra algo que no puedes vencer?
Llega la segunda oleada. Esta vez, son muñecos de nieve. Esta batalla es aún más dura, pero finalmente salimos victoriosos. Un rastro de aguanieve queda por toda la muralla. Aún así, ha sido un rotundo éxito.

Pero no nos engañemos, la moral va decayendo. “Los inexpugnables ” de hace apenas un suspiro se han transformado en “los invictos”. Puede parecer lo mismo. Desde luego, no lo es.

Y sin darnos apenas tiempo a recobrar el aliento, llega una tercera oleada, más mortífera que las otras dos. No es fácil de combatir. Es una masa viscosa y oscura, que va ganando terreno centímetro a centímetro. Mis aliados hacen lo que pueden, pero sus esfuerzos son vanos. Pronto, la desesperación se entrevé en sus ojos. La masa negra va consumiéndolo todo.

Y cuando todo parece perdido, aparecen los magos blancos. Con sus rostros benevolentes y sus túnicas holgadas. En un abrir y cerrar de ojos, todo se llena de luz. La negrura se escurre entre las gritas de las piedras, huyendo de la cálida luz.

La satisfacción me llena. La tercera plaga ha sido contenida. Ya pueden empezar los festejos en el reino de la noche perpetua. Mi reino. Donde soy dueño y señor…

De pronto, todo empieza a temblar. Un estruendo lo inunda todo. Mis valientes guerreros se llevan las manos a los oídos, temblando. No hay fuerza lo suficientemente poderosa para luchar contra ese divino poder. Una melodía se va formando, primero débil, pero va cobrando intensidad.

Todos me miran. Sabían tan bien como yo que este momento iba a llegar. El deber me llama. Es algo ineludible. Contemplo por última vez mi reino. Lo echaré de menos…

Pero el compromiso con el despertador es ineludible.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Nueva historia...

Bueno, visto que hemos empezado a escribir una historia conjunta, doy la idea del principio de otra, la cual iré o iremos completando poco a poco entre todos, ya que me gustaría que en vuestros comentarios dierais ideas de como seguir al historia.


Después de tanto tiempo preparándome, ya era la hora, el Hércules ya había aterrizado y tocaba bajar, con el petate al hombro y mi G36 en la mano derecha. Al empezar a bajar sentí una racha de viento caluroso, estaríamos sobre los 39 grados, que a todo eso, hay que sumarle el calor que puede dar el uniforme mas el chaleco y demás, este será nuestro infierno durante los 6 meses.

Nada más bajar, fui en busca del capitán, el cual nos diría donde “viviríamos” los próximos por lo menos 6 meses.
-Alférez Carlos Miler. Me presenté haciendo el saludo militar, y estaba dispuesto a escuchar sus indicaciones
-Alférez Miler, soy el capitán Pedro Hernandez, estará bajo mis ordenes, y usted debe ordenarlo a su pelotón, dormirán en aquella base de allí, donde están alojados todos los nuevos soldados llegados desde hace 2 meses. Ahora vaya con su grupo, y en dos horas lo quiero ver en el mando para las ordenes para mañana.


Organice a mi grupo y dimos rumbo a la base para “habituarnos a nuestra nueva casa”, como tenia tiempo aproveche y pude ducharme y arreglarme un poco, ya que podría pasar días sin ver una ducha si tocaba atacar al enemigo. Las ordenes del capitán para el día de mañana serian sencillas si se tratara solo de la teoría que dichas ordenes conllevan, pero nunca sabes lo que puedes encontrarte. La misión era fácil ir a una aldea a realizar la labor de explorar, de ver si hay indicios de rebeldes y de hacer de “policías del lugar” ya que la población civil se encontraba harta de hurtos y saqueos de sus propios vecinos

Esa noche me costo dormir, ya que no estaba habituado al calor seco del desierto, pero estaba contento, por fin podía demostrar que valgo para mi trabajo, esperaba con ansia mi destino al terminar todos los papeleos. Por fin me encontraba donde quería estar, por fin daba frutos los largos y duros años de entrenamiento, esos madrugones para hacer deporte mientras nos bañaban con agua fría para acostumbrarnos a grandes lluvias, etc...


Debíamos estar a las 5 am listos y uniformados para pasar lista y emprender nuestra labor. Cinco menos diez ya estaba mi pelotón listo, cada uno entendía el riesgo de tal trabajo, pero todos tenían las mismas ganas y la misma ilusión que yo al encontrarse allí. Todos deseábamos que saliera todo bien. Pedimos la orden de salida, y nos emprendimos a nuestra primera misión en aquel entorno amarillo anaranjado, que nos brindaba el desierto. Subidos al BTR, vimos como poco a poco empezábamos a ver a personas, que intentaban hacer su vida, intentaban sobrevivir día a día, intentando hacer vida normal, sin pensar que estaban sumidos en una guerra...

Al ver a esta gente, no pude evitar recordar mi vida antes de llegar al ejercito, en mi pueblo de toda la vida, que solo abandone para estudiar, y para estar ahora en este desierto. No pude evitar recordar a mis padres, la sonrisa de cada mañana de mi madre, mi hermano del cual me hice responsable desde el fallecimiento de mis padres... . Necesita despejarme y centrarme en mi trabajo si quería volver a casa, sano y salvo.


Al llegar a la aldea pude ver como niños van a por agua, mujeres limpiando sus casas y maridos armados defendiendo sus pocas cosas que tenían... .Todo normal hasta que sentimos como tres tiros rozaban al BTR y dos colisionaron con la puerta derecha de atrás. Todos nos sentimos amenazados y empezaba la vida de soldado, ahí uno se da cuenta por un microsegundo de lo que es la guerra y del riesgo que corre. Paramos el BTR y nos atrincheramos mientras intentábamos encontrar al encargado de tales disparos. Al detectarlo abrimos fuego, pensando siempre en no poner en riesgo la vida de ningún civil, ya que ellos no tienen la culpa.

lunes, 14 de febrero de 2011

Mal pensamiento

Me persigue allá donde vaya.

No soy lo bastante rápido para darle esquinazo, ni lo bastante lento para que finalmente me alcance. Nos mantenemos en un precario equilibrio, que a todas luces no puede durar eternamente. Hay días en los que incluso me puedo permitir un leve descanso, no pensar en él, ni en su inexorable avance. Otros, por el contrario, siento su helado aliento recorriendo todo mi cuerpo, como si simplemente estirando su brazo pudiera alcanzarme. Siento su hambre voraz, insaciable, por todas partes.

Me aterra pensar lo que pasará cuando me vuelva a alcanzar. Recuerdo nítidamente cuando lo hizo. Tomé el camino equivocado, y no pude evitar que me alcanzara. Dolor, frustración, tristeza… Eso es lo que sentí mientas masticaba mis entrañas. Luego, me dejó ir. Podría haberme quedado allí mismo. No habría vuelto a perseguirme, si permanecía allí. Pero la vida sigue, y aún no había llegado a mi destino. Así que reinicié la marcha. Pensé que, después de aquello, me dejaría en paz. Ya no había nada que pudiera interesarle. Por supuesto, me equivocaba.

Y ahora, me vuelve a perseguir. Ahora ya no siento pánico por lo desconocido, por no saber qué sucederá cuando me alcance. Sé exactamente qué va a hacerme. Y por eso, tengo más miedo aún. Pero, ¿Qué me queda, salvo seguir corriendo? ¿Volverme y luchar? Desde luego, ese no es mi estilo. Tantas cosas podrían salir mal… Confiaré en que, de un modo u otro, todo se solucione. Aunque sé que es mi perseguir personal, y que no buscará otra presa. Aunque sé que nunca se cansará de perseguirme. Aunque sé que nunca seré suficientemente rápido para perderlo. Aún a pesar de todo eso, espero que todo se solucione.

 No quiero perder otro.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La Orden de Damocles (parte II)

[ David no contestó y salió de la sala, murmurado que iba a esperar al resto. Daniel se quedó mirando fijamente la espada que sobresalía del cráneo de Marcos Henares, preguntándose si el que lo había hecho estaba feliz por ello en ese mismo momento.
“Te encontraré” pensó, “Y te lo preguntaré yo mismo”. ]

Daniel siguió observando con delicadeza toda la escena del crimen, hasta que le llamo la atención un fino recorrido de sangre que manaba de la boca, al principio pensó que era por el corte, pero al abrirle la boca, con un poco de delicadeza y dificultad, pudo ver en la lengua una pequeña inscripción " Damocles".

- ¿que coño? dijo sorprendido daniel, no por el texto, no por la situación, sino por sorpresa de como pudo escribir tan claro y tan bien hecho "Damocles" en la lengua del reciente asesinado,

- usó un hierro parecido al de marcar las vacas, pero con un mechero y un hierro normal, esto va a ser mas difícil de lo que pensaba... Me gusta. Ahora si que voy a por ti hijo de la gran puta. nadie se cree Dios en esta ciudad.
Después de ese pequeño discurso del cual se sentía orgulloso de si mismo, llamo a David para que viera la lengua, este al verla se sorprendió y le volvió a salir su faceta "friki" donde comparó este asesinato con un videojuego.

- Hostias! pero si parece que fue asesinado por altair,

-alta que? respondió rápidamente llevándose las manos a la cabeza Daniel

- Altair, Daniel, Altair, es el protagonista de un videojuego donde se toma la justicia por su mano, al ver de la corrupción, el negocio y las mentiras que llevaba la iglesia en tierra santa, al principio de todo, es un grupo, llamados "asesinos" donde persiguen a los "templarios", acusados de difundir mentiras.

- ¿Como puedes ser tan friki David? y después ¿me acusas a mi de ser antisocial? dijo Daniel con una sonrisa irónica.
-Dejame, tu siempre tan amigable como de costumbre, Dijo david para defenderse. Dijo eso y se volvió a ir para hablar con las personas que estuvieron por ultima vez con el. Daniel en cambio volvió a su coche, donde sacó su maletín, donde según el mismo, estaba toda su vida, un portafolios con 3 fotos, una, la de sus padres, los cuales le dieron todo. una suya sonriendo, es una de las pocas que tiene en tal acto, por eso la guardaba, y la ultima y para el la mas importante, de Anna y Eva, sus difuntas Esposa e Hija, muertas por culpa de un borracho maltratador.

Daniel siempre llevaba esas fotos para darse ánimos y recordarse del porque al final decidió unirse a la policía, para que no vuelva a ocurrirle a nadie mas lo de su mujer, y para calmar su sed de vendetta. la cual se vio acabada el momento que lo detuvo, eso si, no se detuvo para darle dos ostias por despecho.

Además del portafolios, lleva una pelota antiestres para poder aguantar a david, y su portátil. Abrió su portátil y empezó a buscar información sobre Damocles. Después de media hora buscando información que llevaba a contradicción encontró la pagina web de un Historiador que buscaba información solo de la edad clasica. El profesor se llamaba Miguel caballer, el mejor en su campo, el problema es que eran las 4 de la mañana y no podía contar con el hasta el lunes

Después de perder un poco la noción del tiempo, Daniel se cabreó al ver que todavía no había llegado nadie, cosa que comprendió después de que era un Viernes a las 4 y pico de la mañana en la previa de Año nuevo, al recordar esto, pensó : "mierda hasta el martes no podré ver al profesor este, ya que el lunes es fiesta" .Para relajarse un poco le hizo el chiste fácil al muerto,

-menos mal que no te tendrás que preocupar con las pagas extras de estos días... . al terminar soltó una carcajada al iré y fue en busca de David.

Al encontrarlo le informó de que se volvía a su casa a seguir durmiendo ya que no venia ni Dios a ayudar y no podían hacer nada , y antes de que David pudiera contestarle, se subió a su coche y puso rumbo a su casa, eso si antes de irse se despidió de David tocando el claxon de su Audi deportivo negro.

-"nunca cambiará" exclamo David sonriendo....

lunes, 7 de febrero de 2011

La Orden de Damocles (Parte I)

-Joder…- fue lo único que Daniel pudo articular cuando su teléfono móvil empezó a sonar, tanteó a ciegas en su mesilla de noche, y soltó una maldición cuando lo oyó caer al suelo. Abrió un ojo, vio la luz que desprendía el móvil y lo cogió. Le dio al botón de aceptar llamada y lo dejó hacer sobre la almohada.

-¿Si?- dijo, con un hilo de voz.

-¿Dani? Siento llamarte a estas horas…

-Pues no haber llamado, gilipollas- respondió Daniel, irritado.

-No la tomes conmigo- se quejó alguien al otro lado de la línea- ya te desahogarás con quien haya hecho esto… Estoy en la Calle “El Dorado”, pita cuando llegues y saldré a buscarte.

La idea de tocar el claxon a las… (¿Qué hora era? Tarde… No, más bien ya era temprano) a aquellas horas y despertar a todo un barrio le hizo aflorar una sonrisa.

-Voy para allá.

Daniel colgó, se levantó, algo más despejado, y fue alumbrado por la luz del móvil hasta el baño, se lavo la cara, se vistió, cogió las llaves de su coche, y en veinte minutos ya estaba camino de la Calle “El Dorado”. Él era inspector de policía, especializado en homicidios. No entró al cuerpo por vocación, su padre había sido poli… y el padre de su padre, y el padre del padre de su padre… Así que no tenía demasiada elección. Pero después de ver lo que algunas personas eran capaces de hacer, cambió su forma de enfocar su trabajo: Empezó a tomarse los casos como personales, no descansaba hasta no dar con el asesino, si fuera por él, ninguno de los que él atrapaba vivirían, pero si mataba alguno, dejaría de ser policía, y ya no podría detener a nadie más y eso si que no lo podía consentir.

Vivía solo, no porque fuera antisocial sino porque no quería obligar a nadie a tener que convivir con él, ya que sabía que no podría hacer feliz a nadie con su estilo de vida. Diez minutos después, llegaba a “El Dorado”. Tocó el claxon frenéticamente y no paró hasta que vio a David, él que le había llamado, tocar en su ventanilla.

-¡Imbécil de los cojones!- le gritó.

Daniel sonrió complacido, le gustaba ser extremadamente puñetero, era una de las pocas cosas que le divertían.

-¿Sabes la cantidad de denuncias que van a poner por esto? Dentro de nada, tendremos aquí a una legión de vecinos sedientos de sangre.

-Yo me he tenido que joder, pues que compartan mi sufrimiento.

-Eres como un crío… No se como puedes ser policía.

Daniel salió de su coche y vio por el rabillo del ojo como un pequeño contingente de ciudadanos visiblemente exaltados se aproximaban a su coche.
-Venga David, vamos, antes de que lleguen.

David suspiró y se puso en marcha a paso ligero, cuando Daniel pudo averiguar donde debía ir, empezó a correr y entró en el edificio. Segundos después, entró David, resoplando.

-¡Cierra, cierra!- le apuró Daniel

David cerró la puerta y echó el pestillo, que era especialmente grueso. A los pocos segundos, se oyó como se aporreaba la puerta, pero no abrieron.

-¿Sois imbéciles o que?- gritó alguien desde detrás de la puerta.

-Diles lo que pasa- le dijo Daniel a David.

-El propietario de esta casa ha muerto, somos policías y estamos investigando…

-… Y hemos hecho eso para que vengáis todos aquí y así poderos hacer algunas preguntas- sentenció Daniel

Hubo un breve silencio y luego la gente estalló en vítores, se oyeron carcajadas y algún que otro “¡Por fin!”.

Daniel descorrió el pestillo y abrió la puerta.

-¿Qué mierda celebráis?

-¡El Tirano a muerto! ¡Es a mejor noticia que nos podían dar!

-¿El Tirano?-dijo David, extrañado

-El dueño de esta casa era Marcos Henares, el cabrón más grande que ha parido madre- dijo uno.

-¿Por?- dijo Daniel, secamente, le irritaba ver a la gente tan feliz, independientemente de la causa.

-Este hombre era dueño de toda esta calle, tenía TODAS las casas, nosotros vivíamos alquilados. También era él quien nos daba el trabajo… Así que dependíamos de él completamente y se aprovechaba de nosotros. Nos chantajeaba, nos cobraba lo que quería y nos pagaba lo que quería… Pero no es momento de recordar todas las atrocidades que el Tirano cometió, ¡porque está muerto, y se acabó todo!

-Ahora que él ya no está- dijo Daniel, paladeando las palabras- su heredero lo recibirá todo… Más os vale que no sea peor.

Se hizo el silencio y Daniel se dio por satisfecho, le hizo un gesto a David y entraron ambos a la casa.

-Tenemos una calle de sospechosos, todos querían matarlo… Genial- dijo Daniel, con sarcasmo.

-Al menos no empezamos de cero- dijo David

-Esto es peor- objetó Daniel.

Ambos atravesaron el amplio recibidor de aquella casa, a ambos lados de la pared, cuadros y cuadros se sucedían… Desde luego, era tan largo y estaba tan sobrecargado para que los invitados vieran el poder del dueño…

-Aquí está Marcos Henares- dijo David seriamente.

Daniel miró el cadáver, y una sonrisa afloró en sus labios.

-Joder, que ganas tengo de pillar a quien haya hecho esto- dijo.

Marcos Henares se encontraba sentado en una butaca, con una espada clavada verticalmente en su cráneo. Habían dibujado en el suelo un símbolo: Se parecía a la cruz cristiana, pero los laterales contaban con unas líneas verticales, dándole el aspecto de un paraguas o de…

-Una espada- dijo David- eso del suelo es una espada.

-Muy agudo- dijo Daniel, sarcástico- ¿Lo has descubierto antes o después de darte cuenta que lo que sale de la cabeza del muerto no es una peluca?

-Vete a la mierda Dani… Nunca había visto una cosa así… ¿Y tú?

-Yo esto no, pero he visto cosas peores.

-Esta claro que esto es premeditado.

-Nah, se estaba retocando el flequillo con el pincho y sin querer se ha matado.

-Déjalo ya, no tiene gracia.

-¿Dónde está todo el mundo?- preguntó Daniel, al percatarse que no había ningún otro policía.

-Te he llamado a ti primero, los demás estarán por llegar, supongo.

Daniel asintió lentamente, mientras recorría la habitación con la mirada, en busca de alguna anomalía… Solo aquella habitación ya era más grande que toda su casa, y el mobiliario valía más que todo lo que él poseía.

-Realmente vivía como un rey- comentó David

-Pues yo me alegro de que haya muerto- dijo Daniel secamente.

-Tú te alegras de la muerte de todos los que son felices, en serio que no se porque eres policía, deberías estar en un psiquiátrico.

-Yo no me alegro de la muerte de todo el que no sea un puto desgraciado, me alegro que mueran aquellos que son felices perjudicando a otros.

-Tu concepto de “perjudicar” es bastante amplio, perdona que te diga.

-Eso no es verdad- dijo Daniel, sin dejar de escudriñar la habitación- para mi “perjudicar” es empeorar la situación de alguien, si tú le robas a alguien el bolso, estás empeorando su situación con respecto a antes de quitárselo, y si eso te hace feliz, aún a pesar de que sabes que es a costa de otras personas, entonces mereces mi desprecio.

-¿Por qué lo dices como si fuera cosa mía?- le recriminó David

-Era un ejemplo, joder, que pareces tonto.

-Ya se que es un ejemplo, pero no hacía falta que te refirieras a mi directamente.

-¿Lo has entendido?- preguntó Daniel, cortante.

-Si, pero…

-¡Pues te callas!- gritó, exasperado- ¡Era un puto ejemplo, no le des más vueltas!

David no contestó y salió de la sala, murmurado que iba a esperar al resto. Daniel se quedó mirando fijamente la espada que sobresalía del cráneo de Marcos Henares, preguntándose si el que lo había hecho estaba feliz por ello en ese mismo momento.
“Te encontraré” pensó, “Y te lo preguntaré yo mismo”.