lunes, 28 de febrero de 2011

Miedo

//Sed indulgentes, es la primera vez que escribo un relato de terror…//

El gélido contacto de las sábanas me eriza el vello. Hay días que esto lo encuentro estimulante, pero hoy no. Hoy, no es un contacto refrescante. Es como si la cama me estuviera robando el calor de mi cuerpo, consumiéndome lentamente. Trato de no pensar en ello, me impide dormir.

Pero es tarde, estoy desvelado. Así que abro los ojos, rendido a la vigilia. Al principio, oscuridad y nada más, pero mis ojos van aclimatándose a la penumbra. Una lámpara apagada, una ventana, un cuadro… Figuras van tomando forma lentamente. Gracias a ello, me doy cuenta de que el armario está abierto. ¿Lo había dejado abierto? No lo recuerdo. Me recorre un escalofrío. Cientos de imágenes recorren mi mente. Ninguna de ellas es agradable. El miedo tiene una facilidad inmensa para superar todas tus defensas mentales y apoderarse de ti.


Respiro hondo, sin dejar de mirar al armario. Pero, inexplicablemente, el sueño empieza a vencerme. Un terror irracional me advierte que, en caso de que me duerma, no volveré a abrir los ojos. Cada vez me cuesta más enfocar la vista en el armario. Por fin, los ojos se me cierran.

Al segundo, oigo un ruido seco, como si algo metálico y afilado estuviera rozando contra madera. Abro los ojos, sobresaltado. La puerta del armario está completamente abierta. Desde dentro, un par de ojos me miran. Me quedo mirándolos, sin comprender. Pero no hay duda. Algo se esconde ahí dentro. Me sonríe. No puedo ver su sonrisa, pero sus ojos me lo dicen.

“Duerme”. “Duerme”. “Duerme”. “Duerme”.

Y, como siguiendo la silenciosa orden que transmite la cosa del armario, mis párpados empiezan a ceder. No puedo luchar contra ello… Y cierro los ojos. Oigo mil pasos que se acercan hacia mí. En todas direcciones. Con un tremendo esfuerzo, abro los ojos mientras me incorporo en la cama, jadeando. Miro a mí alrededor, pero no hay nada. En el armario, ya no hay nada mirándome. La presión es insoportable. Me levanto y enciendo la luz, invadido por una poderosa ira. Miro dentro del armario, pero allí no encuentro nada. En cada rincón, detrás de cada estantería, incluso debajo de la cama. Pero nada. Cierro el armario, para asegurarme. Esto me tranquiliza. Así que me acuesto de nuevo, y apago la luz. El mundo de las tinieblas vuelve a gobernarlo todo. Mi vista, atrofiada, por la luz, me deja ciego. Oigo pasos a mí alrededor, y algo hace ondear mi sábana.

Permanezco inmóvil, paralizado. Los ojos se me llenan de lágrimas.

“Duerme”.

Esta vez, suena pegado a mi oído. Doy un grito, y empiezo a dar manotazos a mí alrededor. Me levanto, jadeante, y enciendo la luz.

El armario está de nuevo abierto. Me quedo contemplándolo, en silencio. Me siento al borde de la cama.

Apago la luz.

Y duermo.

3 comentarios:

  1. esto funciona! vamos alma blanca! por primera vez esto ha arrancado y vamos funcionando! y estamos tocando muchos temas y generos, muuy bien mis felicitaciones para los dos! animo y a seguir asi!

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  2. Lo hiciste Philipon!! Enhorabuena!
    Me ha gustado y me ha transmitido aquello que te propusiste, puede que sea xk soy una persona muy miedica... no sé pero ahí está!

    quieres otro tema?

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  3. Gracias a los dos. Ayuda mucho que alguien te lea y te apoye.

    Vanesa, dame temas siempre que quieras. Haré lo que buenamente pueda. Seguro que temáticas que no salgan de mí me ayudan a ampliar mi repertorio.

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