miércoles, 16 de febrero de 2011

Nueva historia...

Bueno, visto que hemos empezado a escribir una historia conjunta, doy la idea del principio de otra, la cual iré o iremos completando poco a poco entre todos, ya que me gustaría que en vuestros comentarios dierais ideas de como seguir al historia.


Después de tanto tiempo preparándome, ya era la hora, el Hércules ya había aterrizado y tocaba bajar, con el petate al hombro y mi G36 en la mano derecha. Al empezar a bajar sentí una racha de viento caluroso, estaríamos sobre los 39 grados, que a todo eso, hay que sumarle el calor que puede dar el uniforme mas el chaleco y demás, este será nuestro infierno durante los 6 meses.

Nada más bajar, fui en busca del capitán, el cual nos diría donde “viviríamos” los próximos por lo menos 6 meses.
-Alférez Carlos Miler. Me presenté haciendo el saludo militar, y estaba dispuesto a escuchar sus indicaciones
-Alférez Miler, soy el capitán Pedro Hernandez, estará bajo mis ordenes, y usted debe ordenarlo a su pelotón, dormirán en aquella base de allí, donde están alojados todos los nuevos soldados llegados desde hace 2 meses. Ahora vaya con su grupo, y en dos horas lo quiero ver en el mando para las ordenes para mañana.


Organice a mi grupo y dimos rumbo a la base para “habituarnos a nuestra nueva casa”, como tenia tiempo aproveche y pude ducharme y arreglarme un poco, ya que podría pasar días sin ver una ducha si tocaba atacar al enemigo. Las ordenes del capitán para el día de mañana serian sencillas si se tratara solo de la teoría que dichas ordenes conllevan, pero nunca sabes lo que puedes encontrarte. La misión era fácil ir a una aldea a realizar la labor de explorar, de ver si hay indicios de rebeldes y de hacer de “policías del lugar” ya que la población civil se encontraba harta de hurtos y saqueos de sus propios vecinos

Esa noche me costo dormir, ya que no estaba habituado al calor seco del desierto, pero estaba contento, por fin podía demostrar que valgo para mi trabajo, esperaba con ansia mi destino al terminar todos los papeleos. Por fin me encontraba donde quería estar, por fin daba frutos los largos y duros años de entrenamiento, esos madrugones para hacer deporte mientras nos bañaban con agua fría para acostumbrarnos a grandes lluvias, etc...


Debíamos estar a las 5 am listos y uniformados para pasar lista y emprender nuestra labor. Cinco menos diez ya estaba mi pelotón listo, cada uno entendía el riesgo de tal trabajo, pero todos tenían las mismas ganas y la misma ilusión que yo al encontrarse allí. Todos deseábamos que saliera todo bien. Pedimos la orden de salida, y nos emprendimos a nuestra primera misión en aquel entorno amarillo anaranjado, que nos brindaba el desierto. Subidos al BTR, vimos como poco a poco empezábamos a ver a personas, que intentaban hacer su vida, intentaban sobrevivir día a día, intentando hacer vida normal, sin pensar que estaban sumidos en una guerra...

Al ver a esta gente, no pude evitar recordar mi vida antes de llegar al ejercito, en mi pueblo de toda la vida, que solo abandone para estudiar, y para estar ahora en este desierto. No pude evitar recordar a mis padres, la sonrisa de cada mañana de mi madre, mi hermano del cual me hice responsable desde el fallecimiento de mis padres... . Necesita despejarme y centrarme en mi trabajo si quería volver a casa, sano y salvo.


Al llegar a la aldea pude ver como niños van a por agua, mujeres limpiando sus casas y maridos armados defendiendo sus pocas cosas que tenían... .Todo normal hasta que sentimos como tres tiros rozaban al BTR y dos colisionaron con la puerta derecha de atrás. Todos nos sentimos amenazados y empezaba la vida de soldado, ahí uno se da cuenta por un microsegundo de lo que es la guerra y del riesgo que corre. Paramos el BTR y nos atrincheramos mientras intentábamos encontrar al encargado de tales disparos. Al detectarlo abrimos fuego, pensando siempre en no poner en riesgo la vida de ningún civil, ya que ellos no tienen la culpa.

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