lunes, 19 de septiembre de 2011

Cuestión de tamaño

El mundo es un lugar cruel, eso es algo que aprendemos desde bien pequeños. Pero es raro, porque nuestra vida es difícil precisamente por cómo vivimos. Podíamos haber elegido una vida más tranquila lejos de “Ellos”, pero al final decidimos quedarnos en sus dominios, pues indirectamente nos proporcionan lo necesario para sobrevivir. Así que, en cierto modo, somos parásitos y creo que ellos nos odian precisamente por eso. Porque nos odian, nos odian con toda su alma. Debemos escondernos donde no puedan alcanzarnos, ni siquiera detectarnos, pues una vez lo han hecho, difícilmente se puede evitar la desgracia.

Por eso actuamos cuando ellos salen a cazar o duermen, bajo el manto de la oscuridad, siempre con el corazón en un puño, pues una aparición fuera de hora suele significar la muerte. Vivimos, en gran medida, de lo que ellos desechan como inservible, aunque cuando la situación se torna crítica no hay más remedio que realizar incursiones en sus provisiones.

Muchos de los nuestros también les odian a ellos, pues prácticamente todos hemos perdido a alguien cercano en una expedición. Personalmente, yo no les odio. Les temo, pues sé que mi vida depende de ello. Pero no puedo odiar a quien, aunque no sea deliberadamente, me da un hogar y alimento; y del mismo modo que actúa para acabar conmigo, también lo hace contra mis depredadores. Así que estoy vivo gracias a ellos. Esto no significa que de vez en cuando, tras alguna de sus matanzas más crueles, sienta que estaría mejor sin ellos. Por supuesto, si hubiera algún modo igual de eficaz para tener este nivel de vida sin necesidad de parasitarles, estaría encantado de emplearlo.

Siempre me he preguntado cómo empezó esta mala sangre contra nosotros. Muchas otras criaturas, que en mi opinión les perjudican mucho más, no son tan odiadas como nosotros. Así que supongo que tienen prejuicios, aunque no puedo culparles, también nosotros los tenemos. Pero incluso los prejuicios provienen de algo… Tal vez nuestro aspecto les parezca repulsivo. Será mejor dejarlo, no voy a sacar nada en claro de divagar.

Ya desde hace un tiempo, me asalta de vez en cuando un pensamiento. Un deseo. Posteriormente me siento culpable, pues sé que no está bien desear el mal a nadie.

Pero me gustaría que apareciera una raza más grande, más poderosa… Y igualmente cruel e irrespetuosa con los más débiles.

Así los Gigantes sabrían lo que es ser Hombres.

1 comentario:

  1. Bien, Felipe.
    Y buen desenlace.
    Por un momento, en realidad hasta la última línea, pensaba que estabas hablando de las hormigas. O de cucarachas (tenía alguna duda, despejada en la última linea.
    Pero el significado es el mismo, que como dices todo es cuestión de tamaño.

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