jueves, 29 de noviembre de 2012

Microrrelatos II

Anticlimax

-Bueno, entonces decidido- dijo el espermatozoide- esta vez no salimos ninguno a por el óvulo. 

Todos asintieron, nerviosos. 

-Ya debe estar a punto- comentó otro. 

-Sí, lo siento en los huesos- comentó un tercero. 

La presión empezó a aumentar hasta que, acompañado de un gemido de éxtasis, se abrieron las puertas. Hubo un segundo extrañamente denso en el que nada pasó. Y entonces alguien echó a correr. 

-¡Eh, traidor!- gritó otro, mientras echaba a correr también, seguido de los demás. 

Y así, la vida sigue. 

Antagonistas

Ante el enorme dilema moral en el que me encontraba, aparecieron (por generación espontánea) mi ángel y mi demonio personales. 

-¿Qué debo hacer?- les pregunté. 

-Actúa conforme a tus propios intereses, sin pensar en el bienestar de los demás- me recomendó el demonio. 

-No, actúa de forma que tus acción sea lo más beneficiosa posible para la mayor cantidad de gente, aunque eso no te beneficie- me instó el ángel. 

-Ese es el problema- comenté- mis intereses coinciden con la acción más beneficiosa para la sociedad. 

Ambos se quedaron callados, mirándome. Luego se miraron entre ellos. Aquello iba para largo. 

Despeña-perros

¡Oh, no! ¡Un perillo y un gatito están a punto de despeñarse por un mortal precipicio! ¡Y solo tengo tiempo de salvar a uno! Corro a por el perro (por lo de mejor amigo del hombre y tal) y consigo salvarlo justo a tiempo. <Guau> dice, agradecido. <No hay de que> respondo. 

<Miau> comenta alguien a mi espalda. Me giro. Es el gato, que se ha salvado él solo. Me mira con una sonrisilla de gatuna autosuficiencia. <Miau> me dice con desdén. <Eso tu madre> le respondo. Maldito seas, gato, por quitarle simbolismo a mis acciones. 


Segunda ley de la termodinámica

La visita de las instalaciones no iba mal y como el guía, me alegraba de ello. <¿Qué es eso que hace tanto ruido?> preguntó uno de los críos. <La turbina al girar> respondí. <¿Y para que gira la turbina?> preguntó. <El giro de la turbina se transmite a un sistema de bobinas que al girar generan energía eléctrica. <¿Y por qué generáis energía eléctrica?> preguntó. <Para no tener que obtenerla del suministro eléctrico nacional, que nos saldría más caro><¿Y para que usáis la electricidad?> preguntó. <Para calentar la caldera de agua>. <¿Y para que calentáis la caldera de agua?> preguntó. <Para generar vapor> respondí. <¿Y para que usáis el vapor?> preguntó el niño. <Para hacer girar la turbina> respondí. <¿Y para que gira la turbina?> preguntó el niño. Me paré un instante a pensar. <Para hacer ruido> descubrí. 


Los problemas de la empatía

La gacela no tropezó cuando se suponía que debía hacerlo (no es que lo hubiesen pactado, es que era el lugar donde la leona suponía que debía tropezar la gacela), por lo que sus esperanzas de atraparla se esfumaron. 

-¡Espera!- rugió, mientras se detenía. 

La gacela siguió a toda velocidad, pero al ver que su perseguidor se había parado, se acercó hasta una distancia prudente. 

-¿Qué pasa?- preguntó recelosa. 

-Déjate capturar- le rogó la leona. 

La gacela entrecerró los ojos 

-¿Estás de broma?- le respondió. 

-Venga, tengo cachorros que alimentar- insistió la leona. 

La gacela meneó la cabeza y se alejó al trote. 

-Que poquita solidaridad queda- refunfuñó la cazadora- realmente poca.

2 comentarios:

  1. Chulos, Felipe.
    El del anticlimax originalísimo.

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  2. me encantan no sabia que eras tan gracioso.fn2

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