No es algo que vaya comentando por ahí, pero cuando voy caminando por la calle, me gusta pasar entre los niños pequeños y sus padres. Me refiero a esos niños que no hace tanto que aprendieron a andar y para los que todo está aún por descubrir y el paseo es una aventura. En general estos niños temen a los extraños y les aterra separarse de sus padres, porque saben que son ellos los encargados de protegerlos de todo mal. Aunque no vayan de la mano, existe entre la criaturilla y sus padres un vínculo, una especie de unión que va de uno a otro. Cuando paso entre ellos, imagino que sujeto con fuerza ese vínculo y empiezo a estirarlo, como si se tratara de una goma elástica, y conforme me alejo de ellos está cada vez más tensa. Muchas veces no es fácil pasar entre padres e hijo, los pequeños se escabullen frenéticamente hacia sus protectores y más de una vez he acabado tropezando por culpa de un choque o un movimiento inesperado (y desesperado) del retaco. Los padres se disculpan y el niño me mira con desconfianza o miedo. Me lamento por no haber sido capaz de capturar la unión y sigo mi camino.
jueves, 31 de mayo de 2012
domingo, 27 de mayo de 2012
La Avenida nosequé
//Siento seguir tirando de inventario//
Era viernes. El jueves no debería haberse
levantado. Marcos respiró hondo y se limpió el sudor de sus manos en las
correas de su mochila. Estaba nervioso. Muy nervioso. No recordaba haber estado
más nervioso en toda su vida, y eso que le habían pasado un par de cosas que le
habían puesto el corazón a mil por hora. Fue a mirar la hora en su reloj, pero
no lo llevaba puesto: Lo había dejado deliberadamente en su mesilla de noche,
no quería que se le rompiera. Ese día iba a marcar un antes y un después en su
vida: iba a tener una pelea. Y para colmo tenía agujetas, cosa horrible, ya que
tenía que ir andando. La distancia que separaba su colegio de su casa, andando
a un paso tranquilo, no era mayor de quince minutos, debía cruzar seis calles.
Aún no había empezado a andar, había salido de su casa, pero se había quedado
delante del portal, fantaseando con lo que inminentemente iba a pasar, como
llevaba haciendo toda la noche, ya que no había podido dormir (o por lo menos
él no recordaba haberlo hecho). ¿Le romperían la nariz? ¿O le partirían un
diente? ¿Y si su enemigo llevaba refuerzos? Esas no eran más que una ínfima
parte de las preguntas que se había hecho, pero era incapaz de responder a
ninguna de ellas.
viernes, 18 de mayo de 2012
Reforma
La señora Martínez decidió un día, como quien no quiere la cosa, que no le gustaba ni la forma ni el color de su tejado, arrugó la nariz, se hizo con el móvil de un zarpazo y nos llamó, exigiendo un cambio radical e inmediato. Todos respiramos aliviados, porque hacía una cantidad preocupante de tiempo que nadie requería nuestros servicios y el negocio peligraba. Aceptamos el pedido, concertamos la cita y, llegado el día, nos personamos allí, contentos de ser útiles nuevamente.
-Ya estamos aquí, señora- informé.
La señora Martínez nos dedicó una sonrisa complacida y antes de que pudiéramos preguntar nada, empezó a bombardearnos con sus exigencias. Me rasqué la cabeza, esforzándome por no escuchar una palabra, mi compañero hizo lo propio.
- Lamento interrumpirla- comentó mi compañero- pero lo primero que tenemos que hacer es limpiar un poco. Luego nos lo explica.
-Ya estamos aquí, señora- informé.
La señora Martínez nos dedicó una sonrisa complacida y antes de que pudiéramos preguntar nada, empezó a bombardearnos con sus exigencias. Me rasqué la cabeza, esforzándome por no escuchar una palabra, mi compañero hizo lo propio.
- Lamento interrumpirla- comentó mi compañero- pero lo primero que tenemos que hacer es limpiar un poco. Luego nos lo explica.
martes, 8 de mayo de 2012
Caducidad
//Segunda (y última) parte de "Erosión". Tengo intención de volver a la marcha de siempre, después de casi un mes descentrado. Espero que os guste//.
Los dos científicos se negaron a contestar a ninguna de mis preguntas, así que finalmente desistí. Me hicieron unos exámenes médicos para comprobar mi salud; más de una vez me miraron, alarmados, pero no hicieron ningún comentario. Tenía la vaga sensación de que todo era un montaje, pero me encontraba aturdido y simplemente obedecí todas las indicaciones que me hicieron. Me dieron de comer una especie de barrita sin sabor, pero que alivió mi apetito completamente.
domingo, 6 de mayo de 2012
Mi vida sin vivir en mí
//Siento estar tirando de inventario, estoy un poco descentrado...//
Me muero. No hacen falta adornos, ni largas explicaciones sobre qué circunstancias me han llevado a esta situación. Ha sido algo inevitable, simplemente tenía que pasar. Y ni toda la ciencia médica puede hacer algo para salvar mi débil cuerpo… O eso pensaba. Y es que, por fin, el futuro ha llegado. Ha llegado tan paulatinamente que nadie se ha percatado, y sin embargo, ya está aquí. Ha ido invadiendo todas las facetas de nuestra vida, para hacerla, en teoría, más cómoda. Y, al parecer, aún no ha acabado. Yo soy el siguiente paso. Voy a ser salvado. Un proceso experimental, que ni siquiera tiene nombre, pero que al parecer va a ser revolucionario. O por lo menos eso me han dicho. Al parecer, el proceso consiste en un “cambio de cuerpo”, aunque no tengo claro qué es lo que esto significa. Según tengo entendido, la operación entraña cierto riesgo, pero no tengo nada que perder. O eso creo. Ya llevo un par de semanas con este… “proceso”, y según me han dicho, va bastante bien. Me siento animado, aunque me hubiese gustado tener alguna compañía. No permiten visitas en este… ¿complejo? No tiene pinta de hospital. A decir verdad, ni siquiera creo que las personas que me atiendan sean médicos. Echo de menos a los míos, aunque eso también es un aliciente para permanecer aquí: Si voy a salir completamente curado, un periodo de aislamiento es un pequeño precio a pagar.
Me muero. No hacen falta adornos, ni largas explicaciones sobre qué circunstancias me han llevado a esta situación. Ha sido algo inevitable, simplemente tenía que pasar. Y ni toda la ciencia médica puede hacer algo para salvar mi débil cuerpo… O eso pensaba. Y es que, por fin, el futuro ha llegado. Ha llegado tan paulatinamente que nadie se ha percatado, y sin embargo, ya está aquí. Ha ido invadiendo todas las facetas de nuestra vida, para hacerla, en teoría, más cómoda. Y, al parecer, aún no ha acabado. Yo soy el siguiente paso. Voy a ser salvado. Un proceso experimental, que ni siquiera tiene nombre, pero que al parecer va a ser revolucionario. O por lo menos eso me han dicho. Al parecer, el proceso consiste en un “cambio de cuerpo”, aunque no tengo claro qué es lo que esto significa. Según tengo entendido, la operación entraña cierto riesgo, pero no tengo nada que perder. O eso creo. Ya llevo un par de semanas con este… “proceso”, y según me han dicho, va bastante bien. Me siento animado, aunque me hubiese gustado tener alguna compañía. No permiten visitas en este… ¿complejo? No tiene pinta de hospital. A decir verdad, ni siquiera creo que las personas que me atiendan sean médicos. Echo de menos a los míos, aunque eso también es un aliciente para permanecer aquí: Si voy a salir completamente curado, un periodo de aislamiento es un pequeño precio a pagar.
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