martes, 29 de marzo de 2011

Feo gesto

//Siento haberme retrasado también. No me quiero excusar, se me olvidó y ya está. Pero bueno, para compensarlo, os traigo el que, para mi gusto, es de lo mejor que he escrito últimamente. Os agradezco de antemano que me leais, significa mucho para mí (va por ti, tú ya sabes quien)//.


Vivo en un museo. Puede parecer extraño, pero, a decir verdad, es lo más normal del mundo. Al fin y al cabo, soy un cuadro. Y no un cuadro cualquiera. Soy un retrato hecho con exquisita precisión, represento a quien fue una celebridad de la época. No puedo sentirme más orgulloso de ser quien soy.
Las visitas al museo siempre hacen una parada delante de mí, durante la cual un educado guía explica el contexto histórico que me envuelve. Creedme, si pudiera hincharme de orgullo, en esos momentos no cabría dentro de mí marco. 

Pero no todo es alegría en mi hogar. Puedo ver sin demasiados problemas el ala que hay en frente de la mía. En ella, se exponen retratos también… pero estos, abstractos. Se pueden apreciar ciertas formas en el simple caos de colores; eso hace que sean aún más grotescos.

Hay uno en particular que me enerva. Predominan los verdes y grises. Tiene un aspecto malsano, como si todo el retratara la enfermedad y la podredumbre. Y no deja de mirarme. Me mira, me sonríe… y se lame la nariz. Día tras día, siempre el mismo cantar. Cuando, aburrido del mismo paisaje, dejo vagar la vista, siempre me topo con su desvergonzada mirada. 

Y me mira.

Le miro, con cierta repulsión.

Me sonríe. Estoy seguro de que es consciente de cuanto me molesta el gesto que, inevitablemente, va a hacer.

...

Y se lame la nariz.

Siempre que lo hace, un escalofrío recorre todo mi ser, y rápidamente desvío la mirada, no sin antes hacer una mueca de repulsión infinita.

Sin embargo, mi mirada siempre acaba topándose con la suya, por un motivo o por otro. Pero no está en mi mano cambiar mi posición en la galería, tampoco la suya. Así que lo único que puedo hacer es resignarme. Es un pequeña sacrificio a cambio de esta vida que llevo. Si no fuera por este pequeño detalle, creo que nada empañaría mi absoluta felicidad. Ojalá, ojalá que desapareciera para siempre.

Pero no lo hace. Lleva casi tanto tiempo aquí como yo. No hay motivo para pensar que lo van a retirar de un día para otro. Vaya, he mirado. Repugnante, simplemente repugnante.

Me gustaría poder quejarme sobre este hecho, pero ningún otro cuadro de mi ala puede verlo. Además, no es algo que les incumba… Se siente uno tan solo a veces siendo un retrato de tantísimo prestigio.

Y tamaña es mi sorpresa el día que realizan una exposición de retratos. Soy trasladado a un ala recién inaugurada. Si la exposición tiene éxito, tal vez nos dejen aquí, y pueda librarme de la molesta presencia del retrato abstracto. Pero espera, ¿no es él también un retrato? ¿Qué le impide estar aquí?

Miro a mí alrededor, pero no le veo. Suspiro, aliviado.

En mi breve búsqueda, me percato de la presencia de otro retrato. Emana una especie de aura de distinción. No lo reconozco. Pero no tardo en conocerlo. Al parecer, es el retrato más importante del museo. Más que yo, desde luego. Nos mira a todos, altivo. Se cree mejor que todos nosotros. ¿Quién se cree que es? No ha hecho nada para ser mejor, salvo existir. 

Y nuestras miradas se cruzan. Él parece atravesarme, sin verme, hasta que se percata de mi presencia.

Le miro.

Sonrío.

1 comentario:

  1. Como casi siempre me entretengo leyendote alma "blanca" me alegro que al final hayas podido escribir ya. Y tranquilo ha sido solo un día, no me morire por esperar.

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